Escribo desde la separación.
Esa separación que nos divide pero que a la vez nos une.
Esa separación que nos hace ver y vernos con ojos de madre
dejando a un lado el dedo índice que grita al ritmo de su juicio.
No.
D
I
S
T
A
N
C
I
A
Llegué a ella sin buscarla.
Porque esa distancia que siempre tememos, a veces se vuelve un atajo.
Y no hablo solo de distancias físicas sino también virtuales,
de creencias,
de pensamientos,
de todo eso que nos envuelve: lo que etiquetamos como bueno y malo.
Sí.
Cuestionarnos a veces sirve de trampolín hacia el vacío que somos.
Pero…
¿de qué sirve cuestionarnos si después no logramos bajarnos de la calesita de la mente por estar mareados con sus luces y personajes fantásticos?
Entonces:
la distancia.
Esos metros incómodos que ganamos en perspectiva.
Y de a poco, esas preguntas-estrella que nos seducían, se vuelven invisibles.
Y en la noche nublada, la luna despeja el horizonte y nuevas preguntas hacen sonar campanas.
Y ya no son preguntas que queremos evadir, sino todo lo contrario: son preguntas-llave.
Porque cuando liberamos espacio en este plano, otras dimensiones que no vemos pero que existen nos golpean la puerta del alma.
Y si no la abrimos, tocan más fuerte.
Y hacen más ruido.
Y no se cansan, no se van.
Se filtran por la rendija de la cerradura
o pasan como cartas
o las escuchamos como sonidos dulces de violín
Y PAF!
Ahí estamos, frente a frente, con la pregunta más existencial de todas
que aparece una y otra y otra vez
para recordarnos que somos más que esta materia física.
Q
U
I
E
N
S
O
S
Y me quedo en silencio.
Porque la teoría de los libros de autoayuda, de Osho, de Kabbalah, de física cuántica, la sé de memoria.
Y no quiero responderla en piloto automático.
No.
Quiero que surja desde las entrañas.
Y para eso,
otra vez,
la distancia.
Y el silencio de los árboles.
Y la quietud de los lagos cuando el viento calla.
Y la respiración pausada pero consciente
para que esa respuesta que me quitó el aliento
surja de mi condición alma humana.
Vanina
tan lindo! tan identificada, la distancia, y saber ver, la distancia muchas veces, me ayuda a ver
te abrazo, te quiero
Jime Sánchez
Gracias amiga! Te abrazo y quiero también!
Analía Nemiña
Hermoso!!!! Gracias por compartirlo!
Jime Sánchez
Gracias por leerlo 🙂