Hace unos días abrí un sticker en mis historias de Instagram para que me pregunten lo que quieran sobre escritura y diarios, y una de las dudas que más recibí fue la siguiente: “¿cómo empiezo a escribir?”. Por eso quiero compartirles algunos consejos y mi experiencia escribiendo diarios —íntimos— desde hace más de 10 años.
Para lxs que nunca escribieron uno van a ver que son pasos muy sencillos y que el único condimento que no puede faltar es el sincericidio. Necesitamos confiar y entregarnos a la incertidumbre de la hoja en blanco. Necesitamos escribir lo que somos, entregarnos al proceso y olvidarnos del resultado. Ese es el viaje de la escritura y ahí radica su poder liberador y terapéutico. ¡Empecemos!
1. Elegí un cuaderno que te guste y/o sea especial para vos
Este no es un punto menor cuando queremos empezar a escribir. Tu diario te tiene que transmitir sensación de hogar, por eso cuanto más te guste o te despierte alguna emoción positiva, mejor. Este va a ser tu espacio seguro y sagrado donde poder ser vos mismx.
En mi caso, el criterio para elegir cuadernos es el siguiente: por el diseño de su tapa, por la textura de sus hojas y por su tamaño. Todo esto tiene que estar en sintonía. Si la tapa no me convence, me desmotiva abrirlo. Si la textura de sus hojas no es suave y la tinta no fluye cuando escribo, algo adentro se traba. Respecto al tamaño, después de tantos años de escritura y de haberlo hecho rutina, puedo escribir en cuadernos chicos —de 10 x 13 cm aprox—, medianos —de 12 x 15 cm— y grandes —tipo A4 o A3—. Pero para empezar, te sugiero cuadernos medianos: es el espacio justo para que la hoja no te intimide.
2. Anotá la fecha (día, mes y año) y empezá a escribir de manera automática, sin pensar
Las veces que no escribí la fecha —o solo escribí el día y el mes, y no el año— me arrepentí. Tener un registro del día en el que te sentaste a escribir es importante para que cuando quieras releer tu diario puedas tener una mirada general de cómo te sentías en esos momentos particulares y secuenciales de tu vida. Pensá que esos textos son como fotos de tus emociones o recortes de tu historia, y que por algún motivo decidiste inmortalizarlos en el papel. La fecha es clave para situarte en el tiempo.
Ahora que anotaste la fecha, empezá a escribir sin pensar. Sé que al principio esto puede sonar difícil porque en un chasquido de dedos se activa esa vocecita interna que nos dice “qué huevada estoy escribiendo”, “esto es ridículo”, “no tiene ningún sentido escribir”, y justamente lo que tenemos que lograr es traspasar esa barrera interna del juicio y de la crítica. La buena noticia es que esa voz se calla escribiendo. Así de simple. No tires la toalla ni bien escuches esa voz, al contrario, intentá trascender esa voz.
Algo importantísimo: mientras escribas, no estés pendiente ni de la ortografía ni de la gramática de tus textos. Intentá entrar en un estado de flow donde la birome se mueva al son de tus pensamientos y emociones. A veces, cuando nos sentimos trabadxs, ayuda mucho ponerse un cronómetro y escribir durante 15 o 20 minutos, sin parar. Esto también sirve para callar a nuestro críticx internx.
3. Probá escribir con disparadores o preguntas
Si por cualquier motivo escribir de manera automática no te sale o estás en un día donde querés explorar la escritura de una manera distinta —a mí esto me pasa muy seguido—, podés probar con disparadores o preguntas. Yo uso mucho estos recursos, me parece una forma creativa de explorarme y salirme de los lugares comunes.
Te comparto algunos disparadores a partir de los cuales escribí en mi diario:
- ¿Cómo me siento ahora, en este momento?
- ¿Qué me molesta o qué me molestó hoy?
- ¿Qué soñé y qué relación tiene con lo que estoy sintiendo/viviendo?
- ¿Qué cosas me generan miedo/ansiedad/frustración?
- ¿Cómo estoy viviendo esta cuarentena?
- ¿Qué es lo que realmente deseo?
- ¿Qué cambio estoy necesitando hacer? ¿Qué resistencias estoy poniendo?
- ¿Qué situación me hizo sentir incómoda hoy? ¿Por qué?
- ¿Quién quiero ser? ¿Qué puedo hacer distinto?
- ¿Qué me está pidiendo este momento?
- ¿Qué historias me estoy contando?
Vas a ver que en la medida en que vayas escribiendo, van a ir surgiendo más temas y disparadores. También lo que podés hacer es crear tu propia lista de preguntas y elegir una al azar para profundizar a través de la escritura cuando quieras. Es un ejercicio divertido, profundo y muy liberador.
4. Una vez que termines de escribir, releéte y subrayá palabras que te llamen la atención
Esto lo hago desde hace un tiempo y me encanta (podés no hacerlo si este paso no resuena con vos). Vuelvo a leer lo que escribí como si fuera testigo: tomar esa distancia me permite reconocerme y resignificar lo que siento. Subrayo frases o palabras que me llaman la atención y en algunos casos surgen nuevos disparadores para seguir explorando.
Lo lindo de esta práctica es que no solo el cuaderno se convierte en mi espejo, sino que además le doy color a sus páginas. Y el placer visual que genera esto es enorme: no es lo mismo un diario color tinta azul que con subrayados color pastel. El color también comunica y nos transmite información súper valiosa sobre cómo nos sentimos al momento de escribir.
5. Soltá lo que escribiste, cerrá tu cuaderno y al otro día, repetí estos pasos
Si querés sentir los poderes analgésicos, liberadores y terapéuticos de la escritura, es importante que escribas con cierta regularidad. Por eso te sugiero que escribas todos los días un poco —podés ponerte “metas” como escribir una página por día o 15 minutos diarios, por ejemplo— y que fijes un horario para sentarte a escribir —puede ser en cualquier momento del día, pero lo importante es que respetes ese espacio y ese tiempo para vos—. Si hay un día que no te sale nada, escribí eso: “No sé sobre qué escribir…” y fijate hacia dónde te lleva la escritura.
Alguien en el sticker de preguntas escribió esto: “no me animo a escribir, no me da seguridad, siento que todo está mejor guardado dentro mío”. Y lo que me surge decirte es que lo intentes: estoy convencida de que con la escritura vas a poder descubrir qué es lo que de verdad no te da seguridad y superar esa barrera del bloqueo. A veces no nos animamos a escribir porque creemos que se nos van a revolver las tripas en la hoja y van a salir cosas que no vamos a poder manejar. Y en realidad pasa todo lo contrario: la escritura nos ordena, nos ayuda a entendernos y es un gran salvavidas en momentos difíciles. Así que dale, animate. ¡Después contame cómo fue ese viaje!
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