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Día 11: El cuerpo

El calendario decía que era lunes, pero mi cuerpo sentía que era domingo. Una parte de mí me obligaba a sentarme en la computadora y trabajar, la otra me pedía hogar. Después de Huayquerías, necesité un día paréntesis. Ordené, limpié, regué las plantas, medité. Prendí el fuego, me acosté y Cima se acostó en mi panza. Me miró, me reí.

A veces hacer nada es ser todo.
A veces el vacío es pregunta y respuesta a la vez.
A veces, y solo a veces, el vacío es el único punto de partida.

Día 12: Hoy

¿Qué valor tiene el tiempo? ¿Cuánto cuesta en la vida un pedacito de hoy? ¿Qué peso tiene el pasado y el futuro en este presente? ¿Cuántas semillas esperan nacer en la tierra fértil que somos? ¿Cuántas vidas, cuántos cuerpos, cuántas lunas y soles nos lastiman? ¿Qué pozos nos ahogan? ¿Qué aires nuevos nos quieren respirar?

Yo y vos flotando en la nada.
Yo y vos en un silencio absoluto.
Yo y vos
en esto que llamamos crecer.

Día 13: El diario

Intento subtitularme. Intento parafrasear dichos que no dije y emociones que tapé con tierra. ¿Para qué escribo si no es para desnudarme? Me vuelvo incorrecta, inmune, imperecedera. Describo lo que fue, es y quiero que sea. Es mi rompecabezas infinito y cíclico y me contradigo y repito cosas que ya dije y las vuelvo a decir a definir a vivir a morir.

Soy hija de la palabra.
Soy madre de todas mis verdades y mentiras.
Soy mujer en construcción.

Día 14: Movimiento

De noche escucho pájaros. De día, cuando nace el sol, escucho la chapa del techo crujir. Cima levanta los ojos como si fuese una escaladora queriendo alcanzar su pico más alto. Yo me levanto despacio y casi en silencio para no despertar lo que aún permanezca dormido.

Buen día, día.
Buen día, vida.

De tarde vuelvo a escuchar a los pájaros, sé que están afuera sí, pero yo los siento adentro: en las esquinas, en el piso, en las paredes.

Amanece en la casa.
Una casa que habla.
Una casa epicentro de los pequeños movimientos del mundo.

Día 15: La casa

Si esta casa hablara diría solo una palabra: fuerza.
Madera, piedra y barro. Nada más, nada menos.
Una casa con lo justo y necesario para vivir.
Un círculo perfecto entre la tierra, el cielo, la montaña y plantaciones de duraznos.
Con solo eso, todo.

Día 16: La tormenta

Hoy la montaña casi no se ve: pronostican lluvia para las 8. El aire está denso, la luz encandila, el cuerpo se siente pesado y cansado. A los pájaros los escuché poco. Una brisa fina merodea por los árboles y hay silencio de nieve. Es como si el tiempo se hubiese detenido en el aire que lo contiene.

Me siento
Miro por la ventana
Observo las nubes
y palpito este invierno.

Día 17: El pueblo

Calorcito en el pecho. Eso siento. Lo siento a la mañana mientras pedaleo mirando la cima de las montañas. Lo siento cuando escucho los sonidos de una geografía en la que me siento cómoda, cobijada, recibida. Una geografía que es un puntito en el mapa de un país. Un lugar que no estaba en mis planes, pero sí en mi futuro.

Que va a marcar un antes y un después.
Que va a convertirse en puente de cómo quiero vivir, en dónde y con quién.
El prólogo de lo que está por venir.

Día 18: Él

No sé qué es una relación. No me siento cómoda ni con los rótulos ni con las etiquetas ni con la idea heredada de lo que debería ser el amor. Pero en esta destrucción de los significados del mundo para construir mis significados particulares, lo sigo eligiendo a él.

Lo sigo queriendo a él.
Lo miro y digo sí, hoy y ahora, él.

Día 19: Yo

A destiempo porque el tiempo sigue mi ritmo.
A detenerme en los detalles porque lo cotidiano abunda.
A observar lo que no quiero que pase desapercibido.
A sentir con los sentidos, el alma y la vida.
En definitiva: aprender a descansar en mí misma.

Día 20: Atención plena

Apoyar la planta del pie en el pedal. Enderezar la columna para que no se arquee. Endurecer los abdominales para proteger la zona lumbar. Que el cuello esté en línea con la columna. Que las muñecas estén en línea recta con los brazos. Que mi presente se reduzca a un sendero de arena, arbustos y piedras. Que mi presente sea estar presente en la naturaleza.

Pedalear para entrenar la conciencia plena.
Pedalear para tener registro del cuerpo que me contiene.
Pedalear para que la atención se vuelva ama de mis sentidos.

 

Escribo y practico la pausa. Soy nómade y bien humana. Facilito talleres para que te conozcas a través de la escritura. Amo la naturaleza, los libros y la autoexploración. Autora de Letras Luz y del blog La Vida de Viaje.

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