Día 21: Gratitud
Hay días donde no recuerdo el tiempo. Donde todo está quieto y vivo. Donde el verde y el blanco son los únicos colores que miro. Hay días bosque, y días ruta, y días suspiro. No hay un día, eso si, que no sienta gratitud. Estoy viviendo, literalmente, en un paraíso.
Día 22: Los días largos
Disfruto de los días largos. Esos días donde las tardes son eternas y donde el sol brilla en mis pómulos. Me di cuenta que cierro los ojos para sentirme. No muchas veces lo hago, pero sí cuando estoy en lugares donde el silencio pareciera ser la voz del mundo. Me di cuenta, también, lo que disfruto de la nieve, de las montañas bañadas de blanco, de mis pies dejando huellas en un camino que quizá nunca vuelva a pisar. Pienso: “todo en mi vida es un eterno comienzo”. El nacimiento, el día, el comienzo, la vida. Todo tiene sentido.
Día 23: Mi soledad y yo
Hoy me levanté a las 8 de mañana y parí un texto que no salía desde hace días. Creo que por eso fui feliz toda la tarde. Nevó, llovió, salió el sol, salí a caminar, subí a un muelle, me mojé los pies, sentí el perfume a leña, me paré frente al fuego de la chimenea, casi que no tomé té, seguí escribiendo, le di forma a mi taller de escritura, estuve sola por primera vez en este mes, me senté en el piso para respirar y escuché a @albertsans mientras miraba la montaña a través de la ventana. Así fluyen mis días.
Día 24: Cielo
Saco un pie
Saco el otro
Camino
Sobre la nieve fresca
Camino
Y encuentro huellas
Mi nariz
Fría como el hielo
Mis manos
En los bolsillos
Mis ojos
Domados
El lago
El lago cielo
El beso
Entre las nubes
Día 25: Ogro
A veces soy un ogro. Y esa otra versión que soy se contradice con la imagen del buen viajero que dice que hay que ser sociable y copado con todos, todo el tiempo. No, no lo soy. Soy celosa de mis espacios. Disfruto de mi soledad. Me gusta la tribu en su justa medida, soy Aries (yo) y Libra (nosotros): si no cuido ese equilibrio me hace mal. En mis primeros viajes amaba parar en casas de familias, pero no hallaba espacios para mí y eso me hacía sentir incomoda. Me dolía y pensaba que no era buena persona, que no era merecedora del buen trato de la gente. Con el tiempo me di cuenta que debía equilibrar mi balanza (sí, el equilibrio es el trending topic de mi vida). Acepté que necesito (porque es una cuestión de necesidad) respetar mis tiempos, que hay épocas más introvertidas y otras más extrovertidas, y que antes de ser “viajera”, soy humana.
Día 26: Sincericidio
Hablamos de viajes, de libros, de proyectos y de ideas. De lo que nos gustaría hacer mañana, en un mes y en un año. De nuestra complicidad, del paso del tiempo y de lo que ya no elegimos. De la vida, los por qué y los para qué. De lo que nos entusiasma, nos cansa, nos gusta y nos molesta. De lo que nos queremos y de lo que queremos construir.
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{me callo, te escucho y pienso lo mucho que me gusta la vida con vos}
Día 27: Desdramatizar
Me despierto a las 7 am y me cae la ficha de que la noche anterior no revisé los links de un mail que tengo que enviar hoy. Le aviso a Nati de mi descuido y ya lo había mandado. Me enojo conmigo porque me molesta hacer las cosas mal. Prendo la computadora: pantalla negra. Tengo que laburar y no hay forma de sacarla de ese pozo ciego. La reinicio. T o d o l e n t o. Puteo. Mando un audio por WhatsApp, se me bloquea la pantalla y chau audio. Puteo otra vez, puteo con ganas. Y cuando me doy cuenta del embudo mental en el que me estoy metiendo, me río. Digo en voz alta: “Qué día de mierda” y largo una carcajada. Andrés me escucha y se ríe. No puedo parar de reírme de mi mala suerte, pero a la vez de lo ridícula que soy poniéndome de mal humor por cosas que no tienen importancia. Al rato salgo a caminar y agradezco el abrazo del sol. Y me digo, bajito para no intimidarme, que una de las grandes lecciones de mi vida es aprender a poner las cosas en su lugar.
Día 28: Lo que nos hace felices
Pilu dice que es feliz cada vez que viene al sur porque este lugar del mundo tiene todo lo que le gusta: montañas, lagos, agua fría, senderos y bosques. Que hasta hace poco su sueño era poner un predio en Buenos Aires, pero que hoy estando sola en la playa dijo que le gustaría venirse a vivir acá. Mientras tanto, tira piedritas al agua esperando que se formen aureolas. Lucas dice que en lugares así ganás calidad de vida y Andrés le tira un centro: “Pensalo así: salís de tu laburo, venís al lago y listo. Te reseteás”. Mientras tanto yo pienso que ninguno habla de grandes lujos, ni de plata, ni de cosas materiales. Que lo que todos queremos es respirar aire puro, escuchar el silencio y sentirnos libres mirando el reflejo del sol en las cumbres de las montañas. Sí: hay otras vidas posibles. Y quizá esta geografía que nos hizo reír tanto, nos vuelva a encontrar en otro tiempo y así de felices.
Día 29: Rocco
Rocco decidió sentarse arriba mío mientras escribía. En realidad, yo estaba cansada, sin embargo seguía escribiendo porque era lo que “tenía” que hacer (para adelantar, para sentir que estoy haciendo algo, para no perder el tiempo). Rocco, con su percepción animal a flor de piel, frenó mi piloto automático con su cola entre mis brazos y sus patitas sobre mi cuaderno. Recién acaba de pasar lo mismo: estaba leyendo un libro por inercia, y él, con su delfín de peluche preferido entre los dientes, se para sobre sus dos patas y me mira como diciendo: “¿A ver si te dejás de joder con tu exigencia y jugamos un rato?”. Benditos animales que entienden todo cuando nosotros no entendemos nada.
Día 30: Sentir de varias maneras
No hay un solo día que no me sorprenda el paisaje. Saco a pasear a Rocco y el bosque es un poema. Manejo por la 40 y las montañas nevadas son el silencio que busco. Descubro playas y la respuesta es que la calma existe. Los lagos me diluyen las palabras y la vida entera me sacude el cuerpo. En esta geografía fría y dulce, soy sencillamente feliz.