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Día 11: Así

Dame más momentos así
de tierra noble
de aire vivo
de árboles serenos
de pájaros dulces
de aguas fuertes
de días ganados
de tiempo distinto
de ciertas formas de cielo
de todo esto
que me abriga
me nutre
me limpia
y me hace
tan feliz

Día 12: Búsqueda

Busco traducir mi voz y me pierdo en la narrativa de la que fui. Porque fui porosa, áspera y seca, y fui poesía, lágrima y abrazo. Soy tantas pero tantas mujeres: soy mi tía y su risa porque sí, soy mi abuela y su oscuridad que nunca entendí, soy mi mamá y su dulzura que siempre me abriga, soy los úteros y la piel y los ojos de todas las que fueron. Me reconozco buena y mala, y a veces no sé cómo manejar mi fuego. Hablo con Andrés de lo que voy descubriendo, y él me ayuda subtitulando mi manera de ver las cosas. Desde ayer tengo dos palabras dando vueltas en mi cabeza: sinceridad y honestidad. No supe con cuál quedarme, pero sé que por ahí va mi búsqueda.

Día 13: Mis días

Que la miel casera
Que el aroma a café recién molido
Que Rocco asomando su nariz en mi almohada
Que los audios con mamá y papá
Que los abrazos con Andrés
Que el sonido de la lluvia en el techo de vidrio
Que regar las plantas
Que los paseos por el bosque
Que las siestas de las tres de la tarde
Que el perfume a palo santo
Que las galletas de avena calentitas
Que las gaviotas y los cauquenes y las palomas
Que los arrayanes y los ñires y los coihues
Que la playa y la tierra y las piedras
Que mis días en pantuflas
Que la rutina de la no rutina

Día 14: Sentido

Ya casi no hay nieve en el cerro, y anuncian que la semana que viene vuelve la lluvia. Rocco se la pasa entre mis piernas, me busca como si yo fuera su refugio. Estos días me di cuenta que cada vez que salgo al bosque sonrío, y que mi meditación es observar el paisaje. Busco playas para sentarme a tomar mate y contemplar lo que está alrededor mío. Ayer Laura me dijo: “escuchá a tu cuerpo” y lo repito como mantra. En el medio del lago hay una familia de patos blancos, casi que no se acercan a la costa. Acá todo es tan silencioso que me olvido del tiempo.

Día 15: Mi reflejo

Hay una Jimena que no logro soltar. Digo: hay pedacitos de la Jimena que fui que no logro soltar. Sueño conmigo, con amigos de la adolescencia, con momentos que quedaron congelados en mi memoria. Hubo algo (no sé bien qué) que me dolió mucho. Hubo una situación (no sé bien cuál fue) en la que me sentí completamente vulnerable. Y aunque intento recordar qué fue lo que viví en aquel momento para limpiarme, no lo logro. Y me pesa, me pesa mucho, porque algunos ciclos incómodos se repiten. Y hago lo que puedo, con lo que soy y lo que tengo. Y caigo, caigo muchas veces, pero sigo en pie mirando mi reflejo. Quizá esa Jimena no supo qué hacer en ese momento, pero acá estamos. Juntas, y creciendo.

Día 16: Tierra

Gracias por los cielos cambiantes
Gracias por los mil sonidos del aire
Gracias por mostrarme lo pequeñita que soy
Gracias por el suspiro de todas las mañanas
Gracias por el abrigo del sol
Gracias por la sorpresa de la nieve
Gracias por la oscuridad del bosque
Gracias por los inviernos que me sacuden el cuerpo
Gracias por la magia de las horas
Gracias por recordarme la vida que vive alrededor mío

Día 17: Amar mi capacidad de asombro

Estaba sentada en el sillón y cuando levanté los ojos pegué un grito. Nevaba finito y casi imperceptible, pero el grito me salió igual. La llamé a Nati para salir al balcón, me puse a saltar como una nena en el living, le dije a Andrés que quería una foto de este momento y de este lugar. Me sentí tan feliz y tan inocente y tan sorprendida, que me dije: “nunca quiero perder esta capacidad de asombro”. Y si me pongo a pensar en estos 31 años de vida, siempre fui así. Viajando o no viajando, en mi casa o en una casa ajena, con amigos o con desconocidos. Hay una parte mía que no conoce de códigos, pero sí de espontaneidad. Hay una parte mía que salta en una pata cuando se muestra al natural. Hay una parte mía que ama, con toda su alma, vivir en presente.

Día 18: Mi lado b

Tengo carácter fuerte, soy cabrona y no sé cómo manejar mi ira. Cada vez que discuto, me duele la boca del estómago. Me enoja sentirme invadida, a veces no soy políticamente correcta y me molesta la falta de sentido común. Soy exigente, estructurada y, a veces, poco flexible. ¿Envidiosa? Sí, un poco también. Tengo miedos (a los caminos angostos, a los precipicios, a las bajadas empinadas y a los accidentes). A veces, me paralizo y parezco una nena de 8 años. A veces, simplemente, no sé qué hacer. Hace unos años, estaba negada (pero negadísima, eh) de que yo era todo esto. Yo tenía que sonreír, decir que sí, parecer buena mina y no poner ningún límite (ni a mí misma me ponía límites). El motivo era sencillo: tenía miedo de que no me quieran. Pensar que alguien me podía llegar a rechazar por mostrar mi lado b era el monstruo que me acechaba todas las noches. Y si bien hoy hay actitudes mías que me joden y me molestan, las reconozco, las abrazo y les pongo un nombre. Sé que están ahí, sé que están work in progress, y aunque a veces me siento en una calle sin salida, sé que no va a ser así siempre. Me quiero y estoy disponible para mí. Me caigo y me levanto. Me tiro flores cuando hago las cosas bien y cuando me siento bien. Y cuando algo me incomoda, sé que hay un aprendizaje en puerta.

Día 19: Rutinas

La vida del freelance tiene sus pros y sus contras. Poder administrar tus tiempos es genial, pero ¿qué pasa cuando todo lo que hacés te encanta tanto que la línea entre trabajo y no trabajo casi que no existe? Desde hace unos meses mi cuerpo me pide un cambio: ya no se banca tantas horas frente a un monitor (me agarra dolor de cabeza) y ya no soporta estar quieto tantas horas (me pide oxígeno y movimiento muchísimo más que antes). Confieso que a veces me resisto por mi tendencia al workaholic, pero hoy me levanté queriendo distribuir mi tiempo de trabajo y de ocio de manera distinta: corté a las 11 para salir a caminar, a las 6 dejé todo lo que estaba haciendo para leer y pienso seguir haciendo pequeños ajustecitos para que el trabajo que amo no me coma.

Día 20: Respirar

Escucho crujir la leña en el fuego, hay una estrella que brilla en mi ventana y las ramas de los pinos se mueven en slow motion. Pienso en los días que pasaron y en los días que vienen. En las playas que sacudieron mis pulmones y en las montañas que me sacaron suspiros. En las tardes de sol y pájaros, en las noches nubladas y silenciosas, en mi cuerpo tan cambiante y sintiente. Soy un péndulo. Soy mi único equilibrio. Soy todo lo que puedo ser.

Escribo y practico la pausa. Facilito experiencias y talleres para que te conozcas a través de la escritura. Mi primer libro se llama Letras Luz. También escribo en el blog La Vida de Viaje.

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