Estoy con esta música de fondo mientras te escribo este mail. No sé si te gusta el jazz, a mí me encanta. Me relaja y me transporta a un universo paralelo donde siempre, todo está chill.
Y me parece que crear este ambiente viene bien para acercarnos al libro del que vamos a hablar hoy: “La sociedad del cansancio” de Byung-Chul Han. Porque no te voy a mentir: las cachetadas de realidad que este filósofo nos trae con su ensayo son tremendas.
Con este posteo no quiero amargarte ni mucho menos, todo lo contrario.
Quiero acercarte conceptos que nos ayudan a entender el sistema en el que estamos para recuperar nuestra capacidad de respuesta frente a los estímulos que vienen de afuera.
Esto es clave porque la realidad impuesta no va a cambiar. Lo que puede cambiar es cómo actuamos frente a esta realidad.
Preparate un mate, té o cafecito que empezamos 🙂
Antes que todo, te presento al autor: Byung-Chul Han nació en Seul, Corea del Sur, en 1959. Estudió Filosofía, Literatura alemana y Teología. En la actualidad, es profesor de Filosofía y Teoría de los medios, y uno de los filósofos más destacados del pensamiento contemporáneo por su crítica al capitalismo, la sociedad del trabajo, la tecnología y la hipertransparencia. Más de una decena de sus libros fueron traducidos al español. Algunos de sus títulos: “La salvación de lo bello”, “El aroma del tiempo”, “La expulsión de lo distinto”, “No cosas” y “Vida contemplativa”.
Para facilitar la lectura de su nombre, cada vez que hable de él, lo voy a llamar B.
De dónde venimos y dónde estamos
En el siglo pasado había una clara diferencia entre el adentro y el afuera, el amigo y el enemigo, entre lo propio y lo extraño. B la llama “la sociedad disciplinaria”.
Recordemos la definición de disciplina: Doctrina, instrucción de una persona especialmente en lo moral.
Esta bajada de línea de la doctrina, tan marcada por lo que está bien y lo que está mal delimita el clima de esa época: lo que está mal está prohibido por el mandato y la ley. Por eso la sociedad disciplinaria era una sociedad de la negatividad: “No se puede”, “No puedo”.
Ahora bien, en nuestra sociedad actual no existe el “No puedo”. Existe el “¡Yo puedo con todo!” (y fijate cómo los símbolos de admiración envuelven la frase en un halo de positividad y optimismo que rozan un límite peligroso). Por eso es que B la define como “la sociedad del rendimiento” con un “yo puedo” sin límites.
Esta autoexplotación es mucho, muchísimo más eficaz que la explotación por otros porque va acompañada de un sentimiento de “libertad”.
El explotador es, al mismo tiempo, el explotado.
Pero, ¿somos libres si podemos con todo? ¿Somos libres si no podemos decir que no? ¿Somos libres si no nos queda tiempo libre para hacer lo que se nos antoja?
Por eso, la tesis de B es que el nuevo mandato es el imperativo del rendimiento de donde deviene el agotamiento, la fatiga, la insuficiencia, la inferioridad y el miedo al fracaso.
¿Te suena algo de todo esto?
En la vita activa no hay Ser posible
B dice que no hay lugar para el “Yo soy” en una vida donde el hacer productivo y la hiperactividad tienen tanto protagonismo.
Nunca se llega a un punto de reposo gratificante ni a un objetivo definitivo.
Entonces la vida se vuelve desnuda, efímera, acelerada. Con carencia y culpa a la orden del día. Con nerviosismo e intranquilidad. Un ser compitiendo contra sí mismo al borde, siempre, de un burnout (o síndrome del trabajador quemado). La autorrealización termina siendo un sinónimo de la autodestrucción.
En la antigua época del reloj, se fichaba. Y era posible separar el trabajo del ocio. Hoy, nuestra computadora tiene pestañas con búsquedas personales y laborales, el Whatsapp tiene amigos y clientes, y todo se mezcla.
En este contexto, parece difícil toda resistencia, toda sublevación, toda revolución porque el mundo se asfixia en medio de las cosas.
¿Hay luz al final de este túnel?
Sí. Y es por acá:
“La vida contemplativa, y no la vida activa, convierte al hombre en aquello que en un principio debe ser”.
Lo que nos hace falta: el aburrimiento profundo y la vida contemplativa
👉 Escuchá lo que dice el autor.
Para terminar: no sos vos, es el sistema
Con este mensaje personal quiero que cerremos la lectura de hoy.
Por favor, no te creas la mentira que nos cuenta el sistema. NO PODÉS CON TODO. Y está bien que así sea.
Pero quiero recordarte que sí tenés un poder. Y es el poder de responder distinto. Esto, nadie, nunca, te lo va a poder sacar.
El sistema es una bosta (y hay que decirlo), pero de vos depende cultivar la vida contemplativa de la que habla B.
Tu revolución interna es recuperar el tiempo (tu tiempo) para conectar con el disfrute, para estar con vos, para cuidarte, para alimentar tu espíritu, para nutrir tus vínculos o para lo que sea que quieras y necesites en este momento.
Entonces el único camino, quiero decirte, es crear espacio.
Creá espacio.
Liberá tu agenda.
No te quemes.
No te dejes quemar.
Acordate de vivir para vos.