Como la torre prendiéndose fuego, estás en llamas. Chispeás por todos lados, no comprendiendo qué pasa, cómo de golpe tu universo se resquebraja a pedazos.
Engañás tanto, seducís y al mismo tiempo paralizás, nadie se da cuenta de tus movimientos de serpiente, nadie escucha tus risas de hiena, nadie se pregunta por qué el sonido de tu alarma resuena las 24 horas del día.
Me doy el placer de observarte. Entiendo tus curvas pero te convertiste en una calle sin salida. Ya no sabés para dónde ir, estás acorralada.
Tu maquillaje de mimo berreta deja mucho que desear: limpiate la cara y echate a mudar. Mientras borro tus expresiones me vuelvo más fuerte. Me elevo hasta el cielo y vuelo sin sentirte.
No te creo nada más. No te tomo en serio nunca más.
Día 30: That’s all folks! | Luz y humo | Vida, poesía, mundos
[…] Día 7: Despidos sin aviso […]